Seamos honrados, para nosotros todos el blues es América. Para nosotros, nadie, aparte los americanos no sabe hacer vibrar esta música y hacernos vibrar con esta música. Normal por sus raíces. La sentida e injustamente desconocida cantante francesa Colette Magny, con este disco "Melocoton", entre otros, hace un corte de mangas a nuestros perjuicios y muestra que el blues francófono no es que una reanundación del blues americano.
Colette Magny encarnaba el blues y sus orígenes proletarios por una visión del mundo sin concesión y la voz profunda de los que no tienen nada. Colette Magny no era una cantante de blues por casualidad. El blues era su vía, su vida y ella los asumió en 1963 dejando su empleo administrativo para consagrarse a eso asta su muerte en 1997.
Con la misma determinación a lo largo de su vida, Colette Magny cantó incansablemente e intensamente contra las derivas del dinero, del poder y de la política que ahogan democracias, matan a pueblos, provocan guerras devastadoras y destruyen toda vida terrestre. Cuarenta años más tarde, sus textos, como los del escritor francés Antonin Artaud que ella cantó mucho, no tomaron una arruga...
Esta elección de vida le vale por otra parte a un amordazamiento popular: censurada, ignorada por la radio, la producción de sus álbumes pudo ser caótica.
Compositora-autora-interpreta incomparable, Colette Magny tejia con las palabras que cantaba con una voz profunda, aérea o cortado y que desvelaba su intimidad.
Cada trozo del disco "Melocoton" mantiene en aliento. El estramintot interminable de cada melopea nos hace languidecer de la continuación. Las palabras toman así todo su sentido y una dimensión intemporal y eterna. "Melocoton", su solo éxito comercial, donde su voz sublima las palabras, es un ejemplo perfecto.
Colette Magny, una cantante francófona que hay que descubrir o a que hay que reescuchar urgentemente.